El violador confeso de una niña trabaja a cinco minutos de la comisaría que está al costado de la Municipalidad de Villa El Salvador. Ha pasado un año desde que le dictaron nueve meses de prisión preventiva, pero hasta ahora no es capturado.
Por Graciela Tiburcio Loayza
Ha pasado un año desde que la Corte Superior de Justicia de Lima Sur dictó nueve meses de prisión preventiva para Javier Enríquez Aguirre, acusado de violar y embarazar a N, una niña de 13 años. Pero no fue detenido ni cuando se emitió una orden de captura, la misma que se volvió a renovar hace dos días.
Wayka comprobó que la policía no cumplió con detener a un violador confeso, quien durante un año trabajó con normalidad y continuó viviendo en su casa, en el barrio en el que también vivía N hasta que ella, su pequeño hermano y su madre se mudaron por precaución, a más de tres horas de Villa El Salvador. No podían vivir tranquilas con el peligro a la vuelta de la esquina.
La historia de N saltó a los medios en marzo de 2019, cuando el hospital Rebagliatti le negó información sobre su derecho al aborto terapéutico pese a su embarazo de alto riesgo; uno que la mandó tres veces a la sala de emergencias, que terminó en un parto prematuro y la consiguiente muerte del neonato.
Tras denunciar la violación, la familia de N comenzó a recibir amenazas anónimas. Foto: Wayka.
Antes de que Enríquez se cruzara en su camino, N era buena en los estudios. Ahora no va a la escuela y desconfía de todos. Su actitud agresiva ha borrado el rastro de la joven cariñosa que alguna vez fue.
“La otra vez mi hija vio que Javier se había creado un nuevo perfil en Facebook. Se desesperó y comenzó a gritarme: ‘Tú no has hecho nada, tú me juraste que ibas a hacer justicia y nada, él sigue su vida y a nadie le importa’. He ido a la policía tantas veces, he tratado de comunicarme con la abogada del Ministerio Público, pero nadie me responde. Ni siquiera sé si el proceso continúa”, nos cuenta angustiada Virginia, mamá de N.
Ante el absurdo silencio de un año de las autoridades, Virginia decidió volver esta semana al Poder Judicial de Villa El Salvador.
Un Estado que abandona
Eran las 9 de la mañana del último 9 de marzo, cuando el equipo de Wayka llegó junto a Virginia a la sede judicial de Villa El Salvador para averiguar los avances de la denuncia por violación puesta en enero 2019. Isabel Pinedo, abogada del Ministerio Público asignada al caso, no respondía desde el año pasado los mensajes de Virginia. Pero no se negó a recibirla en su despacho tras verla llegar con la prensa.
La abogada tenía malas noticias: en setiembre pasado venció la orden de captura para Javier Enríquez y pese a que solicitó su renovación al titular del Juzgado Especializado Penal de Villa El Salvador, César Franco Gonzales, no había obtenido respuesta hasta la fecha.
Por si fuera poco, desde agosto de 2019, el caso estaba listo para el inicio del juicio oral, pero el juez Franco tampoco había dado ese paso. Indignada, la madre de N pidió hablar con el magistrado, pero le respondieron que el horario de atención era solo hasta las 9:15 a.m.
Ha pasado un año y el caso de sigue sin ser resuelto, el violador continúa libre. Foto: Wayka.
Virginia, madre de N, acudió entonces a la Oficina Desconcentrada de Control de la Magistratura-ODECMA de Lima Sur, en Villa María del Triunfo. En dicha oficina consiguieron que el juez Franco accediera a reunirse al día siguiente con ella para renovar la orden de captura.
Pero al día siguiente, Franco no renovó la orden aduciendo una falla en el sistema de computadoras del Poder Judicial.
Wayka consultó al juez Franco por qué el expediente aún no había sido elevado a la siguiente instancia para iniciar el juicio oral y por qué permaneció estancado por medio año. La respuesta fue una estocada para Virginia.
“Falta terminar de coser los folios (el expediente). Ahora, lo de la orden de captura vencida no me consta a mí, pero usted como parte interesada tiene que estar detrás para ver cómo está su caso. Si la familia está interesada debe venir”, le increpó el juez. “Bueno, ya la hemos atendido”, dijo para pedir que nos retiráramos de su despacho.
Virginia se retiró del Poder Judicial con la angustia de saber que el violador de su hija, Javier Enríquez, seguía libre.
Está en su casa
No se requería un plan de inteligencia para ubicar al agresor de N. Los vecinos le contaron a Virginia que Javier Enríquez aún vive en la misma casa donde violó a la niña. La mamá de N tocó la puerta de su domicilio, pero no hubo respuesta. Fue entonces a una avícola cercana, lugar que sería el centro de trabajo del acusado.
Al mostrar la foto de Enríquez, sus colegas confirmaron que labora en el turno de la madrugada hasta las 8 de la mañana.
Avícola donde trabaja Javier Enríquez, ubicada a cinco minutos de la comisaría que está al costado de la Municipalidad de Villa El Salvador
“He ido a la comisaría de Villa El Salvador varias veces. Les dije que él estaba en su casa, les dije que conocía su trabajo, pero nunca fueron. Me decían que para ingresar a su casa tenían que tener una orden de cateo y que debían esperar a verlo en la calle”, explicó impotente Virginia.
Al cierre de este reportaje, el juez Franco recién renovó la orden de captura. Pero la madrugada del 10 de marzo, cuando Virginia acompañó a la policía al trabajo de Javier Enríquez, este ya no estaba.
“Quiero justicia. Si ese sujeto vuelve a agredir a otra niña será culpa de la policía que lo ha dejado libre”, es el reclamo de Virginia que debe lidiar cada día con las secuelas de la violencia sufrida por su hija y la constante violencia de un sistema policial y de administración de justicia. El acusado de violación, en cambio, continúa suelto.
Fuente: WayKa.pe