Educación: Van a cumplirse los primeros cien días del relevo de autoridades en los gobiernos subnacionales de todo el país y el trillado “cambio” que muchos prometieron en campaña, ni por asomo se avizora. Ciertas instituciones aun sucumben ante el manejo corrupto de cuestionados funcionarios, quienes siguen lapidando las entidades estatales.
Un ejemplo claro es la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) de Celendín, que desde hace ocho años está en manos de perniciosos servidores públicos y comprobados trasgresores de la ley. Militantes y simpatizantes del Movimiento de Afirmación Social (MAS), literalmente mantienen secuestrada a la institución rectora de la educación celendina y se niegan a soltarla.
Hasta hace tres meses, los cuestionados funcionarios tenían la anuencia del propio Gobierno Regional de Cajamarca. Hoy, las cosas no han cambiado mucho. Al frente de la Ugel de Celendín siguen estando los mismos choros, los mismos corruptos, los mismos delincuentes, los mismos malhechores, los mismos sinvergüenzas. ¿Y el cambio, pa´ cuando?
Los actos de corrupción son pan de todos los días. Negociados de plazas, abuso de poder, tráfico de influencias, peculado, cohecho, malversación de fondos, enriquecimiento ilícito, negociación incompatible, colusión desleal, y hasta delitos contra la libertad sexual, se acallan en la casita amarilla de San Cayetano, en las narices del Ministerio Público.
Resulta que, en los últimos días la alicaída UGEL sacó a “concurso público” la adjudicación de 60 puestos de trabajo en las instituciones educativas de jornada escolar completa (JEC). Las plazas, según los mismos postulantes, habrían sido vilmente negociadas. A pesar de que el concurso aún no termina, de los ganadores ya se sabrían sus nombres. Por los pasillos de la UGEL se ventilan sus identidades; muchos de ellos cercanos a los funcionarios, con prebendas de por medio.
Pero, ¿por qué persiste la corrupción en la UGEL?
Combatir la corrupción pasa por oxigenar las diferentes instituciones del estado, cambiar a los corruptores y transparentar la administración pública. En la UGEL ello no ocurre. El proceso en mención sigue en manos de oscuros personajes que se aferran al cargo por evidentes razones, el director se mantiene en su puesto a pesar de las evidencias que lo condenan e infortunadamente su cúpula de hampones sigue siendo la misma. La gran pregunta es ¡hasta cuándo?
Pero no todo es malo, los anuncios del Gobernador Regional de Cajamarca para liberar a nuestras entidades públicas de las garras del MAS y de la corrupción, nos dan ligeras esperanzas. No esperemos que la sangre llegue al río. La alerta está latente. Celendín no necesita de sujetos cuestionados, de corruptos agazapados. El cambio tiene que llegar.
Por: Eler Alcántara Rojas.